miércoles, 30 de abril de 2008

Las Torres del Paine



Desembarcamos en Puerto Natales y nos fuimos al Erratic Rock, un hostal de mochileros dònde daban amplia informaciòn del parque nacional de las Torres del Paine. Allí iban llegando a cuenta gotas, la gentita del barco, parecìamos la pandilla "chicle". Esa tarde nos dieron una charla gratuita sobre el Paine y nos fuimos a cenar con parte de la tripulación. Rodrigo, el piloto, nos llevó hasta un asador patagònico dònde degustamos un bife chileno y un buen vino tinto que nos supo a gloria tras cuatro dìas de comida de rancho. Al día siguiente nos fuimos temprano al Parque. Se trata de un conjunto impresionante de montañas gobernadas por empinadas torres de granito y por los Cuernos y el Paine Grande. El macizo montañoso está coronado de glaciares y rodeado de lagos con colores de aguamarina, esmeralda, turquesa, zafiro y lapislázuli. Un microclima sustenta una flora y fauna silvestre que retoza libre en torno a lagunas y hermosos bosques de árboles barbudos. No es de extrañar que el lugar haya sido designado Reserva Mundial de la Biósfera de la UNESCO. Por el camino vimos manadas de guanacos. El bus nos dejò en el lago Pehoe dònde un catamaràn nos llevaría a través del lago a una de las bases del parque, la hostería Pehoe. Subimos caminando durante media hora a ver un catarata. Nos alojamos en la hostería, dejamos las mochilas y comenzamos a caminar. Caminamos por bosque hasta el Glaciar Gray durante tres horas y media con una corta parada para comer un sandwich y una manzana. Hacìa frìo cuando parábamos así que seguìamos caminando. El Glaciar Gray es espectacular con infinidad de tonos de azul. La naturaleza me conmueve. Me dan ganas de llorar y de gritar a la vez. Es una sensación muy grande de libertad.


Llegamos felices y contentos ya anocheciendo a la hostería dónde nos habìamos ganado una comida caliente, una ducha y un rato de relax ante la estufa. El día dos teníamos una larga caminata con las mochilas hasta el campamento italiano a cinco horas donde hicimos una parada y habìa que subir al valle del frances pero por las horas de luz que quedaban fue imposible y llegamos justo a traves de ríos y una playa hasta el refugio los cuernos (3 horas más) dònde habìa un ambiente mochilero acogedor y una cocinera de lujo a quien ayudè a preparar los ñoqui. Una catalana y un francés se extraviaron y vieron un puma adulto, se llevaron un buen susto!. Un guía sacò una guitarra y otros se dispusieron a contarnos historias de pumas y de montañeros perdidos en el parque. (los guías nos explicaron la diferencia entre perdido y extraviado que es sólo perder el sendero para volver a encontrarlo). La noche estaba estrellada y nos quedamos hasta tarde alrededor de la estufa charlando y riendo pues aunque nuestros pies estaban cansados, la emoción de estar allì era bien fuerte pues nuestros ojos habían visto lagos verdes, montañas de granito, arboles amarillos y rojos, nevados y ríos, còndores... El día tres teníamos un largo camino (cinco horas) hasta los cuernos así que madrugamos y salimos los primeros. Jesús es un buen montañero y yo me he sorprendido a mi misma, la verdad. Esta jornada estuvo llena de playas que daban al lago, ríos con puentes colgantes, las increibles torres del Paine, vacas, caballos, bosques amarillos y rojos y cóndores volando por encima de nuestras cabezas. No tengo palabras para describirlo pues me faltan adjetivos...No es sólo un parque, es uno de los lugares màs bellos de Sudamèrica...sólo patearlo justifica aventurarse hasta el borde mismo del mundo...

Durante la travesía a Puerto Natales

Barcos de Puerto Eden (pueblo nativo Kawéskar) van a recoger la carga (sobre todo fruta y verduras) que llevamos a bordo.

Craig y yo y debajo de izquierda a derecha, Natalie, Andrea, Eva y Gary.
¿ensoñación?
el mar se vuelve plateado.
divisando lobos marinos y delfines.

martes, 29 de abril de 2008

De Puerto Montt a Puerto Natales

Hicimos un recorrido en este carguero tipo ferry que transportaba carga, vehículos y 45 pasajeros. Navegamos a través de canales que nacieron como resultado del avance de los hielos de las gruesas placas hace doce mil años, lo que esculpió la fisonomía del lugar.
Una travesía que nunca olvidaré por los paísajes y la extraordinaria fauna: la marina y la de a bordo: tripulación y pasajeros.

de Puerto Montt a Puerto Natales en carguero Navimag

Cuando llegue a Puerto Montt me dirigí al puerto a comprar el pasaje ya reservado en Navimag. Me dijeron que debíamos embarcar a las 19.30 asi que me dediqué a pasear, comprar útiles de trecking y a llevar mi sucia ropa a la lavandería. Cuando llegué a la sala de embarque, habría unos 45 pasajeros de distintas nacionalidades. Andrea, nuestra guía chilena, nos dió información y preguntó cuántos de los allí presentes hablábamos español. Sólo 6 levantamos la mano. Riendo dijo que ya saldrían más al día siguiente pues los españoles eran "muy tímidos". De repente escuché al final de la sala -"ejque" yo soy español y no soy nada tímido" pensé "osti, un madrileño". Resultó ser Jesús y me dijo que comprara fuera lo que necesitara que en el barco las cosas valían el doble. Le hice caso y pronto nos hicimos amigos. Había gente de distintos paises (Canada, Australia, Inglaterra, Irlanda, Francia, Inglaterra, USA, Dinamarca, Argentina, Chile, USA, Marruecos...) Desde el primer momento el amplio grupo conectó y ya no hubo ningun grupo aislado. Esa noche embarcamos y se podía adivinar por el olor el contenido de la carga: caballos y vacas. Nos sirvieron la cena y avisaron que no zarparíamos hasta las dos de la mañana. Nadie protestó. Mi camarote, de dos literas y baño, era pequeño pero sólo tenia que compartirlo con Natalie, una francesa risueña. Las dos nos caímos bien en seguida e hicimos pandilla con Lewis, un british muy irónico y Craig, un canadiense guardaparques muy divertido. Así que estuvimos bebiendo vino tinto y jugando a las cartas hasta la una de la mañana. Me meti en la minicamita y me quedé dormida pensando que en una hora me despertaría el sonido de los motores y por eso cuando nos despertaron por los altavoces para desayunar me extrañó no haberme despertado (me despierto con el vuelo de una mosca) y asomé la nariz a la ventana y vi que no habíamos zarpado. Seguíamos en puerto Montt!. Me duché y me dirigí al comedor dónde se iban agolpando los pasajeros para el desayuno con caras de interrogación. No recuerdo que excusa nos dieron pero nadie protestó. Esa mañana nos pusieron un documental de la patagonia y estuve jugando con Jesús en cubierta al ajedrez dibujado en el suelo y de piezas gigantes. Fue divertido. Pasábamos tiempo en la cabina de navegación con Jose María y Lidia, un matrimonio argentino de sexagenarios con el que conectamos en seguida. zarpamos con 23 horas de retraso, nadie protestó. El capitan y uno de los pilotos, Rodrigo nos enseñaban sobre cartas de navegación y rutas que veíamos en los mapas, nos dejaban prismáticos con los que ver leones marinos, delfines y pinguinos y hasta una ballena respirar. Divisamos salmoneras, glaciares y el maravilloso y cambiante paisaje. Hemos navegado por el Golfo de Penas, el Canal Mesier, Golfo de Corcovado, la angostura inglesa, Bahía Anna Pink, parado en Puerto Eden, Canal Wide..., disfrutado atardeceres naranjas, visto documentales y peliculas estupendas, escuchado charlas antropologicas, jugado al bingo, a las cartas y a todos los juegos absurdos e inaginables, contado historias, aprendido de geografía e historia, leído mucho, escrito diarios, mareado en la parte oceánica y algunos, vomitado por la borda, intercambiado libros, experiencias....en resumen han sido cinco días entrañables en el que todos eramos una gran familia y cuando llegamos a Puerto Natales creo que todos hubieramos seguido en aquel barco unos cuántos días más.!!!!

Se sucedieron abrazos e intercambios de emails junto con promesas de encontrarnos en el circuito de Torres del Payne o en Buenos Aires. Muy recomendable esta travesía por el paisaje, la fauna marina y por la tripulación del Navimag: Rodrigo (piloto), Andrea (guía), Carla (supervisora), Hugo (médico) Cristians, (camarero y D.J.)...ahora que lo pienso, mejores personajes que los de vacaciones en el mar! Bajé triste en Puerto Natales (que mal llevo las despedidas) pero contenta de estar tan al Sur. Desembarcamos en Puerto Natales una mañana muy fría...

lunes, 21 de abril de 2008

Chiloé

la casa de Pablo y Martín con marea baja Martín, un pescador de 7 años
Pablo con la red y Rodrigo a los remosRobalos
Martin y yo




costa de Piñuihuil e iglesia de Chonchi



pescadores con centollos

Chiloé (parte 2)

Tras despedirme de los López cogí el último bus a Castro, la capital de Chiloé. En la parada un chico de pelo largo y sonrisa amable se presentó como Luis y me ofreció su hostal "la torre de Babel" y le seguí bajo la lluvia. Resultó ser una acojedora casa dónde se hospedaban una pareja de franceses ingenieros forestales y un puñao de chilenos viajeros de todas las edades. Esa noche nos reunimos todos junto a la estufa a conversar animadamente y jugar a las cartas. Madrugué y nos fuimos los franceses y yo a Cucao dónde se ubica el parque nacional justo cuando comenzaba a llover. Nos tocó recorrer durante tres horas bajo la lluvia los senderos del Tepual, de las dunas y de la playa pero disfruté del bosque de coniferas autoctonas, de la vegetación y la inmensa playa de arena blanca de la costa del Pacífico. Esa tarde ya estaba de vuelta en Castro visitando librerias, la iglesia y los palafitos costeros, protegidos tambien como monumento nacional. Salimos a tomar unas cervezas por Castro y al dia siguiente, Luis me propuso que, como quería hacer turismo vivencial-rural, que me fuera a Quellón, al Sur de la isla. Su amigo Pablo era pescador y áhumaba el salmón para su venta. No lo pensé ni un instante y nos fuimos a esperar a Pablo que venía a Castro a por viveres. Cuando llegó decidimos que yo pasaría el fin de semana en su casa con el y su hijo Martín de siete años de edad. Compramos verdura, fruta, vino y queso. Tambien un ventilador para secar el salmón en el proceso de ahumados. Pablo es un pescador artesano de 36 años y consiguió demostrar en los tribunales que Martín estaría mejor cuidado con el que con la madre. Cuando llegamos no me podía creer mi suerte pues su linda casa de ventanales enormes estaba en un lugar mágico al borde de una boca de mar donde su barca quedaba varada cada seis horas por la marea baja y dónde leones marinos, cisnes negros, martines pescadores o colibries tenían alli su habitat natural. Cuando conocía a su hijo Martín fue un flechazo mutuo y me hizo de guía. En seguida comenzaron a llegar clientes para comprar salmón y se convirtió el salón en un lugar de peregrinos en busca de ahumados hasta que sentí un grito de asombro. Me volví y eran los López que se habían salido de la carretera buscando salmón y se preguntaban que hacía yo allí metida. Aquello fue una algarabía de besos y abrazos y muchas risas. Cuando se fueron los clientes abrí una botella de vino, cortamos queso y salmón con eneldo y choritos al vapor (mejillones) e hicimos una cenita con Pablo, Rodrigo, un leñador amigo de Pablo y el profesor Diego. Del vino pasamos al ronsito y acabamos remando en el bote bajo la luna llena rodeada de leones marinos en una de las noches más bonitas de mi vida. Al día siguiente salimos a pescar con red y pescamos doce rábalos. Aprendi muchas cosas ese fin de semana sobre la hospitalidad, el amor, la pesca, el proceso de ahumados de los pescados pero sobre todo aprendí que la felicidad está en las cosas más sencillas de la vida y un atardecer o el vuelo de un pájaro no se pueden ver por internet, es simplemente, absurdo. Martin, a quien contaba cuentos peruanos para que se dormiera, me dijo que me quería y que me quedara, Pablo no quiso cobrarme la estancia pues dijo que yo le habia aportado mucho con nuestras conversaciones y que era bella y culta (dos adjetivos mayores) y Rodrigo, el leñador forestal..bueno esa es otra historia que será contada en otra ocasión...

Pienso que la vida te devuelve la hospitalidad que tú has regalado y desde que tengo uso de razón, mis casas fueron siempre sitios de refugio y de encuentros con lo cual pienso que ahora la vida me la está devolviendo, abriéndome ventanas y puertas...Este viaje es un regalo de vuelta, de eso no tengo la menor duda: No me he sentido sola ni un minuto y estoy conociendo a gente que me tiende la mano sin conocerme de nada, que me abre las puertas de su casa y me mete en sus vidas sonriendo. Tuvimos un asado con los amigos de Pablo y Rodrigo y al día siguiente fuimos a Dalcahue a una feria de artesanía y a Castro de vuelta. Rodrigo y Luis me despidieron en la estación. Pienso que cada lugar es mejor que el anterior y cada despedida, más triste. Esta noche me embarco en el carguero de Navimag por glaciares cuatro días hasta Puerto Natales...Me acerco al estrecho de Magallanes y al Cabo de Hornos, me acerco al "fin del mundo"...

domingo, 20 de abril de 2008

La isla mágica de Chiloé (Parte I)

Chiloè es un lugar mágico y lleno de historias y tradiciones del que me ha costado mucho salir.
La gran isla de Chile tiene 180 km de longitud y 50 de anchura a la que se accede por el canal de Chacao. En seguida me enamoré de su mitología y leyendas, de sus iglesias de madera patrimonio de la humanidad, de sus palafitos debajo de sus pintorescas casas donde los pescadores amarran sus barcas, de los guisos y mariscos, de los bosques, calas y fauna, y sobre todo, de la cordialidad de su gente pues los chilotes tienen una identidad bien propia. La mayoría de la gente vive de agricultura y de la pesca (salmón y mariscos especialmente) y algunos, del turismo.
Llgué a Ancud, fundado en 1767 para defender el litoral. Era un pueblo rico hasta que el terremoto-tsunami de 1960 lo destrozó y cubrió toda su línea ferrea. Decidí quedarme y busqué hospedaje sin suerte hasta que pasé por delante de una enorme ventana al mar. Resultó ser el hospedaje Lluhay, uno de esos sitios entrañables que te hacen sentir como en casa desde el primer segundo y cuya propietaria, te invita a sentarte en la chimenea del salon mientras juega a dominó con sus amigas o se pone a tocar el piano. Anduve por la costanera y el puerto y visité el museo de historia y mitología el cual encontré bastante interesante. Cuando comenzó el frío me fui a sentar con las mujeres chilotas junto a la chimenea y recomendaron la hosteria para cenar. La comida y el vino fue lo de menos ya que una anciana con un pañuelo en la cabeza y una cesta de junquillo que pensé que venía a pedir limosna resultó ser una humorista disfrazada contratada por la hosteria para sus clientes. Todos los alli presentes nos partimos de risa literalmente pues tenia un humor picaron que no pegaba con su edad (una especie de Doña Rogelia chilota). ¡Que vieja más graciosa!
Al dia siguiente me fui a conocer el fuerte de San Antonio y coincidi con Carlos, un septegenario hijo de un marino español quien me deleitó con las historias de los españoles en la isla y la última batalla antes de la independencia de Chile en aquel mismo lugar. Por lo visto los españoles allí tenían una mujer oficial y varias queridas indigenas pero absolutamente a todos los hijos bastardos le ponían su apellido así que la isla estaba plagada de Garcías, Pérez, López o Mansillas. Me fui a la estación de bus rural y hasta que salió el bus, cuatro viejos cordiales me advertían que tuviera cuidado con el "Trauco", un ser mitológico que dejaba embarazada a las solteras que andaban por la isla. Me monté en el bus hacia costa de Piñuhiul el cual me dejó en un cruce y comenzé a caminar disfrutando del sol, de las vacas y caballos que se cruzaban libres por mi camino y de las calas junto al mar azul. Tras una hora de camino llegué a la playa frente a las islas de los pinguinos y unos pescadores que sacaban harto centollo me dijeron que no era época para ver pinguinos aunque había muchos lobos de mar. Entré en el único lugar abierto a pié de playa y me encontré un ambiente muy festivo pues la familia López de once hermanos entre los sesenta y los setenta y cinco años andaban vendiendo un terreno de sus padres en ese preciso instante. Como locos estaban al celular con los dos hermanos que estaban en Santiago en la Notaría a punto de firmar con una empresa vinícola la compra de los terrenos para cepa. Cuando la escritura se firmó, aquello fue un algarabía de "yupiii" "Por fin tenemos plata" de brindis a gogo que me pilló a mi por medio acogiéndome para festejar con ellos todo el día. Comimos, bebimos y me subieron en su furgoneta. Nos fuimos cantando tonadas chilenas hasta el faro coronas al punto más Noroeste de la isla. Por el camino paraban a preguntar cualquier tontería a los pescadores o agricultores que ellos consideraban más guapos con el afan de buscarme novio chilote. Gracias a Carmen, Jaime, Esther, Isabel, Jose Ernesto, Alicia, Eliana y Ricardo por acogerme como una hija y pasar un día entrañable y divertidisimo...(calculé que al cambio, cada hermano ese día se llevaba 4 millones de las antiguas pesetas).
to be continued...

martes, 15 de abril de 2008

Puerto Montt

Viajar de Santiago a Puerto Montt en autobus es adentrarse en la espesura de los bosques. El Norte de Chile es un interminable desierto y sòlo se ven cerros y cerros de arena dònde a veces no crece ni un mìsero cactus. Es la soledad infinita hasta que el crepùsculo se convierte en un lienzo rojo colgado a la ventanilla del autobus. Sin embargo conforme te acercas al Sur comienza el bosque pluvial templado (el segundo màs grande del mundo) lleno de Alarces (cipreses), Araucarias, Tepas, Ulmos... Al paisaje de bosque le acompañan cordilleras nevadas en el horizonte y casas de madera en cuyo jardìn pastan vacas y ovejas. Me parecía el "Show de Truman", era...¡demasiado perfecto! A ratos, daba la impresión de que el autobus lo habìan abducido unos extreterrestres y lo habìan devuelto en Alemania. Tiene su explicaciòn y es que en el pasado inmigraron tantos alemanes a esta parte de Chile que terminaron imponiendo la arquitectura y dejando huella en la gastronomìa, industria y producciòn de leche.

Puerto Montt es caótica y alegre. Lo mejor de viajar en esta época y a pesar del frìo es no tener que toparte con turistas a donde quiera que vas y al ser temporada baja, todo es mas barato y la gente te mima mas porque eres casi la única mochilera. Llegué a Puerto Montt y busqué hospedaje. Siempre llego a sitios familiares buscando historias y paz y esta vez fue fácil pues lo encontré a la primera y cerca del mar. Como no podía ser menos dejé la mochila y me tiré a la calle. Fui al puerto a reservar pasaje para el barco que me habria de llevar en una semana justo (salen los lunes) a Puerto Natale cerca de la patagonia chilena. El barco es un carguero lleno de ovejas, vacas y caballos cuyo hedor se siente en los dormitorios colectivos. Al ver el potencial turìstico que tenìa este carguero, la empresa, Navimag, decidió remodelar el barco y ahora trasnporta ganado y mochileros quienes durante cuatro dias recorren fiordos casi deshabitados y angostos. Espero no morirme de frío, peste o estòmago revuelto pues me han contado que la travesìa es dura y suele dar naùseas atravesando el Golfo de Penas (claro, con ese nombre...). Reservé camarote compartido para cuatro con baño privado y pedì que no me pusieran con roncones pues cuatro dias sin dormir eran demasiados. Después estuve comprando fotos en sepia inèditas de Allende con Fidel y del Ché (es lo unico que no pesa) a una exhippy chilota. Me acerqué al puerto pesquero a comer dónde Maria Olivia y Marcelino en su cocinería al lado del mar me ofrecieron la mejor merluza que he comido nunca. Nos caimos bien e hicimos sobremesa juntos con el cafecito, tras lo cual me fui a dar un paseo por los mercados artesanales y las callejuelas de la ciudad. Se veía un poco muerta así que me meti en el cine. Al salir el viento era frío y decidì irme a dormir pues no me imaginaba que hubiese ambiente en aquella ciudad gélida y fantasmal donde a las diez ya no se veia un alma por la calle...Al día siguiente cogí el ferry a la isla de Chiloè...

lunes, 14 de abril de 2008

La metròpoli: Santiago de Chile

Jorge y su pareja, Cris me introdujeron en la capital y me presentaron a unos estupendos personajazos santiaguinos. Llegué de noche y estuvimos en la comuna de Maipu de charleta hasta que nos venció el sueño. Al día siguiente me di una vuelta con Cris pues Jorge curraba con sus menores delincuentes. Atravesamos la casa de la moneda dònde aùn habìa restos de la balasera del fatídico 11 de septiembre del 73 incrustada en los edificios aledaños. Por el otro lado de la moneda se erigìa una estatua de Allende que todavìa hoy adornan con flores. Cuando Pinochet diò el golpe de estado colocò en la plaza la antorcha o llama de la "libertad" que custodiaban milicos y que los chilenos llamaban "de la mentira". Con la vuelta a la democracia se apagò la llama y hoy en su lugar unos activistas de Greenpeace han extendido una ballena azul gigante de aire y goma para sensibilizar sobre la pesca de arrastre y la caza indiscriminada de ballenas. Vi la plaza de armas con la catedral y el edificio más antiguo de Santiago, el precioso edificio de correos. Muchos octogenarios jugaban al ajedrez mientras humoristas y pintores se disputaban el otro lado de la plaza. El centro es bullicioso y feo pero suena música en cada esquina. Subimos al cerro de Santa Lucía dónde hay unos magnìficos jardines franceses salpicados con estatuas eròticas y un mercado artesanal mapuche. Los indìgenas mapuches (mapu es tierra y che es gente) son alrededor de 900.000 en Chile y viven en la zona de la Aracaunia y los grandes lagos. Fue el ùnico pueblo que no se sometiò a los temibles incas o a cualquier otro posible invasor como los españoles. Hoy siguen luchando contra un enemigo peor: Las multinancionales con Endesa a la cabeza que quieren imponer hidroelèctricas en sus tierras ancestrales.
El barrio de Bellas artes es bohemio-chic y està salpicada de lindos cafés y tiendas de segunda mano. Un edificio acogìa a las victimas de la dictadura pero me temo que se ha pegado un gran carpetazo al tema siendo muy pocos los milicos que cumplen hoy cadena perpetua y apenas casi ninguna familia ha recibido indemnizaciòn del terror. Se me ponen los pelos de punta al pensar en que la policìa de hoy son los torturadores de ayer. En Chile no ha habido transiciòn como hubo en España y estamos hablando de que los jòvenes de hoy aun recuerdan como le ponian de niños metralletas en la cabeza buscando a sus padres que andaban escondidos en el sobretecho de su casa. La iglesia catòlica con el Opus Dei a la cabeza tiene un gran poder en un paìs dònde hay demasiados embarazos de adolescentes y paradojicamente ayer prohibieron la pildora del dìa despues por considerarla abortiva...
Fue una noche increible de juerga por Santiago y un domingo lindo de mercadillo, malabares, marisco y vino blanco en el mercado central diseñado por Eiffel y subida en funicular al cerro de San Cristobal a ver el atardecer. Nos reiamos desde arriba al descubrir como las comunas de los ricos estaban menos contaminadas que la de los barrios pobres...Hasta en eso tienen suerte!
Felipe, Gabi, Victor, Jorges, Cris..¡GRACIAS POR EL INCREIBLE FIN DE SEMANA!
Me voy hacia el frìo Sur, a Puerto Montt en un autobus que durarà unas 12 horas...

sábado, 12 de abril de 2008

A Santiago de Chile

Volvimos con los israelitas a San Pedro de Atacama y se vinieron todos a mi hotel así que la pasamos tumbados en las hamacas leyendo, en internet y llevando ropa a la lavandería. Me dediqué a recorrer el pintoresco pueblo y a saludar a la gente que conocía de la otra vez. Amit, Erez, Nil, Ido y Adi fueron estupendos conmigo. He de reconocer que al principio tuve mis reservas con ellos y eso no me convierte en racista pero he visto muchos grupos de israelitas en Cusco y nunca se mezclan con la gente. Ellos eran distintos pues estos judíos alegres me acogieron desde el primer momento, cuidaron y me prepararon una cena a base de ensalada y Shakshuka, un plato típico de Israel. Salen del ejército después de años alli metidos y se dedican a viajar. Muchos de ellos trabajaban con hijos de inmigrantes y eran muy muy divertidos. Amit era literalmente igual a Borat que por cierto es judío. La despedida, en medio de un partido del Barsa y un equipo aleman dònde iban ganando los primeros, fue triste pues además de despedirme del grupo, Oscar, un chileno parecido a Achero Mañas me había birlado el corazón.Cogí mi mochila y me subí al autobus que me llevaría a Santiago de Chile y cuyo viaje duraría 23 horas. A las cuatro de la mañana se rompió el bus y tuvimos que esperar en medio del desierto con mucho frío para hacer transbordo pero hubo suerte y al final el viaje duró 25 horas. Llegué a Santiago de Chile rota y resfriada pero contenta al ver a Jorge, mi colega vasco, esperando en la estación. Jorge es un psicòlogo que habìa sido voluntario en el Hogar de las Estrellas y me iba a alojar en su casa en la comuna de Maipu...

miércoles, 9 de abril de 2008

de San Pedro de Atacama al Salar de Uyuni

Llegué a San Pedro de Atacama una mañana calurosa. Busqué hotel y tuve suerte pues en el barato Hotel Corvatsch había hamacas en un patio agradable, cocina para los clientes e internet gratis. Me instalé en mi pequeña habitación abuahrdillada y me fui a desayunar. San Pedro de Atacama es parada popular entre viajeros de todo el mundo así que da la impresión que hay más mochileros que nativos, quienes a veces se sienten abrumados y hay que ser especialmente amables con ellos. Tiene pequeñas casas de adobe y una pitoresca plaza llena de arboles con una iglesia blanca muy bonita. Desde cualquier sitio de la plaza se observa el Licancábur, un volcan nevado de 5.916 mts. Desayunando en "Todo natural" observé a un chico alto y pelirojo que se disponía a sentarse en la mesa de al lado. Le pregunté en inglés por las excursiones al valle de la luna y se sentó a mi mesa a desayunar. Es irlandés y se llama Ray. Me contó que ha aparcado su trabajo de ingeniero por un año para poder dar la vuelta al mundo. Acababa de conocer a mi compañero de viaje por unos días pues ambos queríamos hacer la misma ruta: alquiler de bicicleta hasta un oasis natural, sandboarding en las dunas de la cordillera de la sal y ver atardecer en el valle de la luna dónde la luz cambiaba el color de aquellas montañas de ocres a naranjas y amarillos y daba la sensación de estar en la superficie lunar como nos anunciaba el nombre del valle. Fue un gran día. Cansados y con arena hasta las orejas nos fuimos a ducharnos y quedamos para cenar. Elegimos el "Adobe" por la recomendación de Christian, el monitor de Sandboarding, por la hoguera central y por la música que pinchaba el D.J. y ya puestos nos dimos un homenaje pidiendo buen vino chileno, carpaccio de salmón y rissoto de quinua. La noche estuvo divertida pues fuimos a un bar lleno de lugareños y a una fiesta en una casa enorme dónde un grupo de chilenos tocaban saya y la gente bailaba como loca. Al día siguiente temprano habíamos decidido irnos tres días a Bolivia, al Salar de Uyuni. Un microbus nos llevó a la fontera boliviana dónde nos esperaban cuatro coches 4x4. Mi grupo eran Ray el irlandés y unas londinenses muy lindas. El chofer era Darío, un viudo boliviano de 64 años que en seguida conectó conmigo y me nombraron intérprete al toque. Fueron tres días increibles de lagunas verdes, turquesas y coloradas llenas de flamencos, de ver geisers, manadas de vicuñas, zorros, bosques de piedra, montañas nevadas y el salar de Uyuni que es el más grande del mundo con 12.000 kms. Por las noches dormiamos poco pues el grupo era entretenido y además de nuestro coche iban 3 carros más con gente muy ecléctica: unos israelitas graciosisimos, una pareja de franceses de circo, una pareja alemana y otra francesa ya mayores, un koreano y un japonés. Los hoteles y las comidas dejaban mucho que desear pero la pasamos increible. El último día vimos la isla de Incahuasi y era como un espejismo que en medio de ese inmenso salar pudiera haber una isleta llena de catus que apuntaban al cielo. También vimos un hotel hecho de sal. Acabamos en Uyuni pueblo y alli algunos seguian para La Paz y yo me volvía con los israelitas para San Pedro de Atacama. Siempre da pena decir adios a gente con la que hay química..así que era cierto...nunca se viaja tan acompañada como cuando se va sóla...

miércoles, 2 de abril de 2008

Diario de un viaje por América del Sur: el comienzo: de Perú a Chile

Uno de Abril. No lo alargo más que ando en el Cusco como atrapada sin motivo..así que elijo la compañera de viaje: una mochila verde que lleno con 17 kilos de cosas inútiles (nunca supe hacer maletas y ya creo que es tarde pa aprender) y algunas cosas útiles: 2 libros, un ipod y una cámara digital. El destino cambió mi ruta de Bolivia a Chile por una huelga de productores de aceite y transportistas y las carreteras hacia Nines (la cual andaba en Cochabamba en un proyecto del mal de Chagas) andaban bloqueadas... así que cambio la ruta y me saco un bilete para Arequipa y un vuelo para Arica desde allí pues además de barato, me ahorraba ocho horas de bus tras las diez horas que ya me iba a meter entre pecho y espalda. Cusco me regaló un atardecer increible y Carmen, un abrazo. En la sala de espera de Cruz del Sur todos me preguntaban a donde iba..es cierto que la gente te habla cuando te ve solipandi y me dijo alguien que cuando viajas sóla viajas muy acompañada. Tres japos entran sudando de correr porque llegan tarde.. jaja los pobres no saben todavía que por muy tarde que creas que llegues, el bus siempre saldrá mas tarde! bueno.. excepto en algunas ocasiones que al conductor le da por salir quince minutos antes y tú llegas puntual y te dicen que ya salió y te toca coger un taxi y perseguir al bus hasta que para y te montas a la carrera...Son las cosas entrañables de mi Perú.
Llegué al amanecer a la ciudad blanca coronada por el volcán Misti. Arequipa es la segunda ciudad más grande del Perú y debe su sobrenombre al color de la piedra calcárea volcánica, el "sillar" con que está construida la ciudad. Me pareció una ciudad alegre con habitantes atentos, gentiles y muy contestatarios pues siempre tiran de la oreja a todos los corruptos que se han sentado en el sillón presidencial.Visité el populoso centro, la catedral, el convento de Santa Catalina y las terrazas agricolas. Me gustó merodear por la bonita plaza de armas llena de árboles, palomas y flores. Hay octogenarios haciendo fotos polaroid y en los bancos de las esquinas se sientan "copiadores" con viejas máquinas portatiles de escribir apoyadas en las rodillas. A ellos acuden los que no saben leer ni escribir para que les redacten oficios, solicitudes o simples cartas de amor. Muchos sólo quieren pedir perdon a su esposa por mujeriegos o borrachos y se dejan asesorar por el escribiente quien tiene más vivido y habla más bonito. Conversando con la gente supe que viven de la agricultura y ganadería pues hay poquita industria. tambien viven del turismo. Los arequipeños presumen de ciudad, de montañas y gastronomía. A mi me parecen un híbrido entre el serrano y el costeño pues están a 100 kms de las playas de Mejía o Mollendo. Me gustó tanto la ciudad que cuando miré la hora, subí a un taxi a la carrera porque perdía el vuelo para Arica, el más corto de mi vida. Volando pude ver la punta del volcán Misti sobresalir entre unas nubes que jugaban con nosotros imitando picos de nevados. Cuando bajé estaba en el desierto. Arica es una ciudad fronteriza venida a menos pero ya se nota el contraste con su vecina pobre de al lado. Hay balustradas en el paseo marítimo y hasta Macdonald's.¡puaj! Todos los hoteles estaban llenos porque es un sitio de buenas playas y sol todo el año. Cuando iba a tirar la toalla encontré un alojamiento de unos eslovacos y aunque la habitación era mediocre, estaba limpia. Me duché con agua fría y subí al morro a ver el atardecer, dónde aún había reliquias de la guerra del Pacífico. Un taxista de 100 kilos se encariñó conmigo y el y su mujer me llevaron a recorrer la ciudad en su taxi: playas, plaza con edificios de Eiffel y lo más impresinante lo vi en el puerto: a un palmo de mi mano dos enormes leones marinos andaban echados sobre las rocas. Por lo visto se han costumbrado a vegetar por allí para que los pescadores les den las visceras y sobras del pescado que capturen ese día. Después fuimos los tres a cenar, a beber piscosauers y a cantar karaoke al casino. Creo que ellos se lo pasaron muy bien.
Al día siguiente me fui andando una hora hasta la linda playa de la Lisera y alli estuve todo el día echada en una hamaca y bañándome. Marcia, una chilena de 62 años se me acercó para coversar y nos hicimos amigas. Me habló de "Pinocho", me regaló un enorme abrazo y me invitó a su casa a Santiago de Chile. Los eslovacos, amables, me dejaron quitar la salitre y me acompañaron a coger el bus a San pedro de Atacama. Me gusta viajar sóla pues conoces gente entrañable y le tomas mejor el pulso a las ciudades porque al estar sóla, tus sentidos se agudizan muchisimo más...