martes, 17 de abril de 2012

volver

Acabo de caer en la cuenta que hace casi dos años que no escribo nada en este blog y quizás porque se inició como blog de viajes y llevo todo ese tiempo en Madrid yendo a América Latina por trabajo pero realizando viajes cortos y agotadores únicamente.
Quizás va siendo hora de darle un giro, cambiarle el nombre y contar también lo que sucede o me sucede a mi por dentro al convivir con los nuevos acontencimientos en este país que cada día se aleja más del país dónde yo quiero vivir.
He vuelto a este espacio con la misma urgencia de asaltar caminos y he cambiado el título pues siempre me encantaban las historias de Cortazar y entre los cronopios, las famas y las esperanzas me quedo con los primeros, por pura mimetización. Dice Cortazar que los cronopios se distinguen por ser soñadores, que quieren a través de sus sencillos ideales alcanzar un sueño. Estos seres no son perfectos y mucho menos se lo creen. No hacen alardes, simplemente buscan la sencillez de lo divertido de la vida, están precisamente en lo cotidiano, lo no observado, en la emoción profunda que le puede provocar un acto sencillo, como lo es una sonrisa, un abrazo. Se distinguen por su generosidad, pero a pesar de todo, es el típico ser que alberga buenos sentimientos, buenos propósitos y nunca acumula rencores. Yo soy algo parecido...