Suena el despertador a las 6:45 y comienza este amanecer mío, tan urbano. Mis pasos suenan quebrados por la Calle Duque de Sexto y en mi garganta todavía quema el café bebido a toda prisa cuando bajo las escaleras del metro. Sonrío pues escucho tango y un bandoneón y esa melodía vieja de arrabal me traslada a San Telmo como un sputnik "sí que madrugan los músicos del metro pues". No hay sitio y todos los habitantes del vagón leen de pié la prensa amarilla gratuita y que hoy tiene dos detenciones: un comando etarra y un carnicero serbio. "Ese periódico no sirve ni para liarse el bocata, seguro que destiñe". Saco mi libro y termino de leer "El dueño de su historia"de Alejandro Pedregosa. Entrañable personaje, maravilloso final. Llego al trabajo a las 8 en punto "cada dia calculo mejor los tiempos entre paradas, hay tres minutos entre una y otra". Mi area en la ONG es divertida y hoy los usuarios no estaban tan tristes por no encontrar trabajo. Almorcè con compañeras y la guarnición del gazpacho fue una historia real mágica, la de la madre de Bea, que parecìa sacada de una novela de García Márquez. Es la segunda historia que me conmueve en el día de hoy. "Me estarè haciendo mayor"... Escucho mùsica en el ipod y me voy sonriendo a Lavapies a recibir una clases de francés...
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