martes, 29 de abril de 2008

de Puerto Montt a Puerto Natales en carguero Navimag

Cuando llegue a Puerto Montt me dirigí al puerto a comprar el pasaje ya reservado en Navimag. Me dijeron que debíamos embarcar a las 19.30 asi que me dediqué a pasear, comprar útiles de trecking y a llevar mi sucia ropa a la lavandería. Cuando llegué a la sala de embarque, habría unos 45 pasajeros de distintas nacionalidades. Andrea, nuestra guía chilena, nos dió información y preguntó cuántos de los allí presentes hablábamos español. Sólo 6 levantamos la mano. Riendo dijo que ya saldrían más al día siguiente pues los españoles eran "muy tímidos". De repente escuché al final de la sala -"ejque" yo soy español y no soy nada tímido" pensé "osti, un madrileño". Resultó ser Jesús y me dijo que comprara fuera lo que necesitara que en el barco las cosas valían el doble. Le hice caso y pronto nos hicimos amigos. Había gente de distintos paises (Canada, Australia, Inglaterra, Irlanda, Francia, Inglaterra, USA, Dinamarca, Argentina, Chile, USA, Marruecos...) Desde el primer momento el amplio grupo conectó y ya no hubo ningun grupo aislado. Esa noche embarcamos y se podía adivinar por el olor el contenido de la carga: caballos y vacas. Nos sirvieron la cena y avisaron que no zarparíamos hasta las dos de la mañana. Nadie protestó. Mi camarote, de dos literas y baño, era pequeño pero sólo tenia que compartirlo con Natalie, una francesa risueña. Las dos nos caímos bien en seguida e hicimos pandilla con Lewis, un british muy irónico y Craig, un canadiense guardaparques muy divertido. Así que estuvimos bebiendo vino tinto y jugando a las cartas hasta la una de la mañana. Me meti en la minicamita y me quedé dormida pensando que en una hora me despertaría el sonido de los motores y por eso cuando nos despertaron por los altavoces para desayunar me extrañó no haberme despertado (me despierto con el vuelo de una mosca) y asomé la nariz a la ventana y vi que no habíamos zarpado. Seguíamos en puerto Montt!. Me duché y me dirigí al comedor dónde se iban agolpando los pasajeros para el desayuno con caras de interrogación. No recuerdo que excusa nos dieron pero nadie protestó. Esa mañana nos pusieron un documental de la patagonia y estuve jugando con Jesús en cubierta al ajedrez dibujado en el suelo y de piezas gigantes. Fue divertido. Pasábamos tiempo en la cabina de navegación con Jose María y Lidia, un matrimonio argentino de sexagenarios con el que conectamos en seguida. zarpamos con 23 horas de retraso, nadie protestó. El capitan y uno de los pilotos, Rodrigo nos enseñaban sobre cartas de navegación y rutas que veíamos en los mapas, nos dejaban prismáticos con los que ver leones marinos, delfines y pinguinos y hasta una ballena respirar. Divisamos salmoneras, glaciares y el maravilloso y cambiante paisaje. Hemos navegado por el Golfo de Penas, el Canal Mesier, Golfo de Corcovado, la angostura inglesa, Bahía Anna Pink, parado en Puerto Eden, Canal Wide..., disfrutado atardeceres naranjas, visto documentales y peliculas estupendas, escuchado charlas antropologicas, jugado al bingo, a las cartas y a todos los juegos absurdos e inaginables, contado historias, aprendido de geografía e historia, leído mucho, escrito diarios, mareado en la parte oceánica y algunos, vomitado por la borda, intercambiado libros, experiencias....en resumen han sido cinco días entrañables en el que todos eramos una gran familia y cuando llegamos a Puerto Natales creo que todos hubieramos seguido en aquel barco unos cuántos días más.!!!!

Se sucedieron abrazos e intercambios de emails junto con promesas de encontrarnos en el circuito de Torres del Payne o en Buenos Aires. Muy recomendable esta travesía por el paisaje, la fauna marina y por la tripulación del Navimag: Rodrigo (piloto), Andrea (guía), Carla (supervisora), Hugo (médico) Cristians, (camarero y D.J.)...ahora que lo pienso, mejores personajes que los de vacaciones en el mar! Bajé triste en Puerto Natales (que mal llevo las despedidas) pero contenta de estar tan al Sur. Desembarcamos en Puerto Natales una mañana muy fría...

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