miércoles, 30 de abril de 2008

Las Torres del Paine



Desembarcamos en Puerto Natales y nos fuimos al Erratic Rock, un hostal de mochileros dònde daban amplia informaciòn del parque nacional de las Torres del Paine. Allí iban llegando a cuenta gotas, la gentita del barco, parecìamos la pandilla "chicle". Esa tarde nos dieron una charla gratuita sobre el Paine y nos fuimos a cenar con parte de la tripulación. Rodrigo, el piloto, nos llevó hasta un asador patagònico dònde degustamos un bife chileno y un buen vino tinto que nos supo a gloria tras cuatro dìas de comida de rancho. Al día siguiente nos fuimos temprano al Parque. Se trata de un conjunto impresionante de montañas gobernadas por empinadas torres de granito y por los Cuernos y el Paine Grande. El macizo montañoso está coronado de glaciares y rodeado de lagos con colores de aguamarina, esmeralda, turquesa, zafiro y lapislázuli. Un microclima sustenta una flora y fauna silvestre que retoza libre en torno a lagunas y hermosos bosques de árboles barbudos. No es de extrañar que el lugar haya sido designado Reserva Mundial de la Biósfera de la UNESCO. Por el camino vimos manadas de guanacos. El bus nos dejò en el lago Pehoe dònde un catamaràn nos llevaría a través del lago a una de las bases del parque, la hostería Pehoe. Subimos caminando durante media hora a ver un catarata. Nos alojamos en la hostería, dejamos las mochilas y comenzamos a caminar. Caminamos por bosque hasta el Glaciar Gray durante tres horas y media con una corta parada para comer un sandwich y una manzana. Hacìa frìo cuando parábamos así que seguìamos caminando. El Glaciar Gray es espectacular con infinidad de tonos de azul. La naturaleza me conmueve. Me dan ganas de llorar y de gritar a la vez. Es una sensación muy grande de libertad.


Llegamos felices y contentos ya anocheciendo a la hostería dónde nos habìamos ganado una comida caliente, una ducha y un rato de relax ante la estufa. El día dos teníamos una larga caminata con las mochilas hasta el campamento italiano a cinco horas donde hicimos una parada y habìa que subir al valle del frances pero por las horas de luz que quedaban fue imposible y llegamos justo a traves de ríos y una playa hasta el refugio los cuernos (3 horas más) dònde habìa un ambiente mochilero acogedor y una cocinera de lujo a quien ayudè a preparar los ñoqui. Una catalana y un francés se extraviaron y vieron un puma adulto, se llevaron un buen susto!. Un guía sacò una guitarra y otros se dispusieron a contarnos historias de pumas y de montañeros perdidos en el parque. (los guías nos explicaron la diferencia entre perdido y extraviado que es sólo perder el sendero para volver a encontrarlo). La noche estaba estrellada y nos quedamos hasta tarde alrededor de la estufa charlando y riendo pues aunque nuestros pies estaban cansados, la emoción de estar allì era bien fuerte pues nuestros ojos habían visto lagos verdes, montañas de granito, arboles amarillos y rojos, nevados y ríos, còndores... El día tres teníamos un largo camino (cinco horas) hasta los cuernos así que madrugamos y salimos los primeros. Jesús es un buen montañero y yo me he sorprendido a mi misma, la verdad. Esta jornada estuvo llena de playas que daban al lago, ríos con puentes colgantes, las increibles torres del Paine, vacas, caballos, bosques amarillos y rojos y cóndores volando por encima de nuestras cabezas. No tengo palabras para describirlo pues me faltan adjetivos...No es sólo un parque, es uno de los lugares màs bellos de Sudamèrica...sólo patearlo justifica aventurarse hasta el borde mismo del mundo...

1 comentario:

Alvaro ilustrador dijo...

Coincidimos plenamente con el amor a nuestra amiga mochila y lugares que nos acompaña...

Buen blog, me quede un buen rato pegado en el.