jueves, 8 de mayo de 2008

Ushuaia

Llegamos a la frontera argentina para entrar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo. Ubicada sobre el canal Beagle, toma su nombre –que significa “bahía que mira al poniente”– de la lengua yámana. Lo primero que vi al entrar fueron pegatinas enormes que decían "Las Malvinas fueron, son y serán argentinas" y añado con boli, "y Gibraltar, español", pues claro que sí! Me pareció excesiva la sobreexplotación de Ushuaia como lugar del fin del mundo pues era una etiqueta marqueteada que se volvía repetitiva y no creo que le hiciera falta pues era un lugar para la contemplación, con islas, glaciares, bahías y acantilados donde habita una gran fauna marina y con el Parque Nacional Tierra del Fuego, con típicas especies animales y vegetales e importantes testimonios de los primeros habitantes de la región. Nos instalamos en el Hostal cruz del sur, un hostal de mochileros pintado a mil colores. No pegué ojo en toda la noche porque había tres roncones en la habitación de literas compartidas así que a la mañana siguiente nos mudamos. Ushuaia surgió a raiz del proyecto de establecer una colonia penal para que los presos hicieran las obras públicas y se asentara la soberanía sobre el lugar. D,espues fue una carcel para los reincidentes mas peligrosos aunque tambien había anarquistas y hasta el mítico Carlos Gardel estuvo encerrado tras sus rejas. Fuimos a olisquear el museo del fin del mundo donde encontre interesante la historia de la ciudad y como esos presos habian contribuido a su creación. Tras un motin dónde murieron presos y guardianes, se terminó cerrando. Era lúgubre ver las minúsculas celdas originales, sentir el frío y leer pintadas de angustia por la falta de libertad. Fuimos a comer a "Volver", un curioso restaurante cuyas paredes estaban cubiertas de periódicos antiguos barnizados y mil y un cachivaches marinos. Sonaba Bajos Fondos, algo parecido a Gotan Project. Allí servían una sopa de centollo exquisita. Me embarqué a ver lobos marinos, cormoranes en la isla de los pájaros y el faro del fin del mundo. Los lobos marinos descansaban en la roca felices pero algunos jugaban con los barquitos y era un expectaculo para mis pupilas tan poquito acostumbradas a ver tantos animales en libertad. Por la noche fuimos a un pub irlandes bastante popular en la ciudad a beber una pinta y al día siguiente caminé un par de horas por el Parque Nacional de Tierra de Fuego. Quedamos para comer con todos los del barco que por alli andaban: María, Julie y Abdul y su hijo Sami, Lewis, Jose María, Lidia y Jesús. Una pequeña familia del fin del mundo jaja (para seguir con el marqueting de la ciudad). Esa noche fuimos a ver tango a la Milonga del fin del mundo (como no) y vimos parejas bailar tango. Al día siguiente nuestro vuelo de LADE hasta El Calafate sufrió un retraso por la erupcion del volcan El Chaiten así que decidimos vagabundear y ver el museo indigenista y bucear un poquito más en las costumbres de los aborígenes de estas tierras australes.

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