lunes, 25 de agosto de 2008

En Cádiz










Cuando bajo a Cádiz siempre tengo la misma sensación de estar en casa. Hay mucha alegría, buenos amigos, una luz especial y mucha solidaridad entre su gente. Hay familias que por nada, esconden a magrebíes llegados en pateras, los visten, los alimentan y le compran un billete con destino a alguna ciudad dónde tengan un familiar o un conocido. Gaditanos samaritanos que les salvan de caer en manos de la Guardia Civil y que llevan años haciendo oídos sordos a leyes de extranjería. Sus casas, desde que contemplaron los 18 cuerpos inertes de la primera patera que naufragó en la playa de Tarifa, aquel inolvidable 2 de noviembre de 1980, están siempre abiertas para todos los inmigrantes que necesiten ayuda. Los esconden, le dan cama, comida, ropa nueva y los suben al primer autobús con plaza. «Estamos hartos de recoger "mojaitos" y también cadáveres» me cuentan.
Los gaditanos son probablemente la gente más chillona, divertida y chistosa de este país y si me achuchas, del mundo. Por eso cada vez que voy no entiendo porque tardo tanto en volver. Esta vez han sido sólo tres días en Cádiz y Zahara de los Atunes, tres días de pecaíto, playa y risas. Si algún día me perdeis de vista...buscarme paseando por alguna playa de Cádiz...

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