lunes, 21 de abril de 2008

Chiloé (parte 2)

Tras despedirme de los López cogí el último bus a Castro, la capital de Chiloé. En la parada un chico de pelo largo y sonrisa amable se presentó como Luis y me ofreció su hostal "la torre de Babel" y le seguí bajo la lluvia. Resultó ser una acojedora casa dónde se hospedaban una pareja de franceses ingenieros forestales y un puñao de chilenos viajeros de todas las edades. Esa noche nos reunimos todos junto a la estufa a conversar animadamente y jugar a las cartas. Madrugué y nos fuimos los franceses y yo a Cucao dónde se ubica el parque nacional justo cuando comenzaba a llover. Nos tocó recorrer durante tres horas bajo la lluvia los senderos del Tepual, de las dunas y de la playa pero disfruté del bosque de coniferas autoctonas, de la vegetación y la inmensa playa de arena blanca de la costa del Pacífico. Esa tarde ya estaba de vuelta en Castro visitando librerias, la iglesia y los palafitos costeros, protegidos tambien como monumento nacional. Salimos a tomar unas cervezas por Castro y al dia siguiente, Luis me propuso que, como quería hacer turismo vivencial-rural, que me fuera a Quellón, al Sur de la isla. Su amigo Pablo era pescador y áhumaba el salmón para su venta. No lo pensé ni un instante y nos fuimos a esperar a Pablo que venía a Castro a por viveres. Cuando llegó decidimos que yo pasaría el fin de semana en su casa con el y su hijo Martín de siete años de edad. Compramos verdura, fruta, vino y queso. Tambien un ventilador para secar el salmón en el proceso de ahumados. Pablo es un pescador artesano de 36 años y consiguió demostrar en los tribunales que Martín estaría mejor cuidado con el que con la madre. Cuando llegamos no me podía creer mi suerte pues su linda casa de ventanales enormes estaba en un lugar mágico al borde de una boca de mar donde su barca quedaba varada cada seis horas por la marea baja y dónde leones marinos, cisnes negros, martines pescadores o colibries tenían alli su habitat natural. Cuando conocía a su hijo Martín fue un flechazo mutuo y me hizo de guía. En seguida comenzaron a llegar clientes para comprar salmón y se convirtió el salón en un lugar de peregrinos en busca de ahumados hasta que sentí un grito de asombro. Me volví y eran los López que se habían salido de la carretera buscando salmón y se preguntaban que hacía yo allí metida. Aquello fue una algarabía de besos y abrazos y muchas risas. Cuando se fueron los clientes abrí una botella de vino, cortamos queso y salmón con eneldo y choritos al vapor (mejillones) e hicimos una cenita con Pablo, Rodrigo, un leñador amigo de Pablo y el profesor Diego. Del vino pasamos al ronsito y acabamos remando en el bote bajo la luna llena rodeada de leones marinos en una de las noches más bonitas de mi vida. Al día siguiente salimos a pescar con red y pescamos doce rábalos. Aprendi muchas cosas ese fin de semana sobre la hospitalidad, el amor, la pesca, el proceso de ahumados de los pescados pero sobre todo aprendí que la felicidad está en las cosas más sencillas de la vida y un atardecer o el vuelo de un pájaro no se pueden ver por internet, es simplemente, absurdo. Martin, a quien contaba cuentos peruanos para que se dormiera, me dijo que me quería y que me quedara, Pablo no quiso cobrarme la estancia pues dijo que yo le habia aportado mucho con nuestras conversaciones y que era bella y culta (dos adjetivos mayores) y Rodrigo, el leñador forestal..bueno esa es otra historia que será contada en otra ocasión...

Pienso que la vida te devuelve la hospitalidad que tú has regalado y desde que tengo uso de razón, mis casas fueron siempre sitios de refugio y de encuentros con lo cual pienso que ahora la vida me la está devolviendo, abriéndome ventanas y puertas...Este viaje es un regalo de vuelta, de eso no tengo la menor duda: No me he sentido sola ni un minuto y estoy conociendo a gente que me tiende la mano sin conocerme de nada, que me abre las puertas de su casa y me mete en sus vidas sonriendo. Tuvimos un asado con los amigos de Pablo y Rodrigo y al día siguiente fuimos a Dalcahue a una feria de artesanía y a Castro de vuelta. Rodrigo y Luis me despidieron en la estación. Pienso que cada lugar es mejor que el anterior y cada despedida, más triste. Esta noche me embarco en el carguero de Navimag por glaciares cuatro días hasta Puerto Natales...Me acerco al estrecho de Magallanes y al Cabo de Hornos, me acerco al "fin del mundo"...

No hay comentarios: