domingo, 20 de abril de 2008

La isla mágica de Chiloé (Parte I)

Chiloè es un lugar mágico y lleno de historias y tradiciones del que me ha costado mucho salir.
La gran isla de Chile tiene 180 km de longitud y 50 de anchura a la que se accede por el canal de Chacao. En seguida me enamoré de su mitología y leyendas, de sus iglesias de madera patrimonio de la humanidad, de sus palafitos debajo de sus pintorescas casas donde los pescadores amarran sus barcas, de los guisos y mariscos, de los bosques, calas y fauna, y sobre todo, de la cordialidad de su gente pues los chilotes tienen una identidad bien propia. La mayoría de la gente vive de agricultura y de la pesca (salmón y mariscos especialmente) y algunos, del turismo.
Llgué a Ancud, fundado en 1767 para defender el litoral. Era un pueblo rico hasta que el terremoto-tsunami de 1960 lo destrozó y cubrió toda su línea ferrea. Decidí quedarme y busqué hospedaje sin suerte hasta que pasé por delante de una enorme ventana al mar. Resultó ser el hospedaje Lluhay, uno de esos sitios entrañables que te hacen sentir como en casa desde el primer segundo y cuya propietaria, te invita a sentarte en la chimenea del salon mientras juega a dominó con sus amigas o se pone a tocar el piano. Anduve por la costanera y el puerto y visité el museo de historia y mitología el cual encontré bastante interesante. Cuando comenzó el frío me fui a sentar con las mujeres chilotas junto a la chimenea y recomendaron la hosteria para cenar. La comida y el vino fue lo de menos ya que una anciana con un pañuelo en la cabeza y una cesta de junquillo que pensé que venía a pedir limosna resultó ser una humorista disfrazada contratada por la hosteria para sus clientes. Todos los alli presentes nos partimos de risa literalmente pues tenia un humor picaron que no pegaba con su edad (una especie de Doña Rogelia chilota). ¡Que vieja más graciosa!
Al dia siguiente me fui a conocer el fuerte de San Antonio y coincidi con Carlos, un septegenario hijo de un marino español quien me deleitó con las historias de los españoles en la isla y la última batalla antes de la independencia de Chile en aquel mismo lugar. Por lo visto los españoles allí tenían una mujer oficial y varias queridas indigenas pero absolutamente a todos los hijos bastardos le ponían su apellido así que la isla estaba plagada de Garcías, Pérez, López o Mansillas. Me fui a la estación de bus rural y hasta que salió el bus, cuatro viejos cordiales me advertían que tuviera cuidado con el "Trauco", un ser mitológico que dejaba embarazada a las solteras que andaban por la isla. Me monté en el bus hacia costa de Piñuhiul el cual me dejó en un cruce y comenzé a caminar disfrutando del sol, de las vacas y caballos que se cruzaban libres por mi camino y de las calas junto al mar azul. Tras una hora de camino llegué a la playa frente a las islas de los pinguinos y unos pescadores que sacaban harto centollo me dijeron que no era época para ver pinguinos aunque había muchos lobos de mar. Entré en el único lugar abierto a pié de playa y me encontré un ambiente muy festivo pues la familia López de once hermanos entre los sesenta y los setenta y cinco años andaban vendiendo un terreno de sus padres en ese preciso instante. Como locos estaban al celular con los dos hermanos que estaban en Santiago en la Notaría a punto de firmar con una empresa vinícola la compra de los terrenos para cepa. Cuando la escritura se firmó, aquello fue un algarabía de "yupiii" "Por fin tenemos plata" de brindis a gogo que me pilló a mi por medio acogiéndome para festejar con ellos todo el día. Comimos, bebimos y me subieron en su furgoneta. Nos fuimos cantando tonadas chilenas hasta el faro coronas al punto más Noroeste de la isla. Por el camino paraban a preguntar cualquier tontería a los pescadores o agricultores que ellos consideraban más guapos con el afan de buscarme novio chilote. Gracias a Carmen, Jaime, Esther, Isabel, Jose Ernesto, Alicia, Eliana y Ricardo por acogerme como una hija y pasar un día entrañable y divertidisimo...(calculé que al cambio, cada hermano ese día se llevaba 4 millones de las antiguas pesetas).
to be continued...

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