miércoles, 9 de abril de 2008

de San Pedro de Atacama al Salar de Uyuni

Llegué a San Pedro de Atacama una mañana calurosa. Busqué hotel y tuve suerte pues en el barato Hotel Corvatsch había hamacas en un patio agradable, cocina para los clientes e internet gratis. Me instalé en mi pequeña habitación abuahrdillada y me fui a desayunar. San Pedro de Atacama es parada popular entre viajeros de todo el mundo así que da la impresión que hay más mochileros que nativos, quienes a veces se sienten abrumados y hay que ser especialmente amables con ellos. Tiene pequeñas casas de adobe y una pitoresca plaza llena de arboles con una iglesia blanca muy bonita. Desde cualquier sitio de la plaza se observa el Licancábur, un volcan nevado de 5.916 mts. Desayunando en "Todo natural" observé a un chico alto y pelirojo que se disponía a sentarse en la mesa de al lado. Le pregunté en inglés por las excursiones al valle de la luna y se sentó a mi mesa a desayunar. Es irlandés y se llama Ray. Me contó que ha aparcado su trabajo de ingeniero por un año para poder dar la vuelta al mundo. Acababa de conocer a mi compañero de viaje por unos días pues ambos queríamos hacer la misma ruta: alquiler de bicicleta hasta un oasis natural, sandboarding en las dunas de la cordillera de la sal y ver atardecer en el valle de la luna dónde la luz cambiaba el color de aquellas montañas de ocres a naranjas y amarillos y daba la sensación de estar en la superficie lunar como nos anunciaba el nombre del valle. Fue un gran día. Cansados y con arena hasta las orejas nos fuimos a ducharnos y quedamos para cenar. Elegimos el "Adobe" por la recomendación de Christian, el monitor de Sandboarding, por la hoguera central y por la música que pinchaba el D.J. y ya puestos nos dimos un homenaje pidiendo buen vino chileno, carpaccio de salmón y rissoto de quinua. La noche estuvo divertida pues fuimos a un bar lleno de lugareños y a una fiesta en una casa enorme dónde un grupo de chilenos tocaban saya y la gente bailaba como loca. Al día siguiente temprano habíamos decidido irnos tres días a Bolivia, al Salar de Uyuni. Un microbus nos llevó a la fontera boliviana dónde nos esperaban cuatro coches 4x4. Mi grupo eran Ray el irlandés y unas londinenses muy lindas. El chofer era Darío, un viudo boliviano de 64 años que en seguida conectó conmigo y me nombraron intérprete al toque. Fueron tres días increibles de lagunas verdes, turquesas y coloradas llenas de flamencos, de ver geisers, manadas de vicuñas, zorros, bosques de piedra, montañas nevadas y el salar de Uyuni que es el más grande del mundo con 12.000 kms. Por las noches dormiamos poco pues el grupo era entretenido y además de nuestro coche iban 3 carros más con gente muy ecléctica: unos israelitas graciosisimos, una pareja de franceses de circo, una pareja alemana y otra francesa ya mayores, un koreano y un japonés. Los hoteles y las comidas dejaban mucho que desear pero la pasamos increible. El último día vimos la isla de Incahuasi y era como un espejismo que en medio de ese inmenso salar pudiera haber una isleta llena de catus que apuntaban al cielo. También vimos un hotel hecho de sal. Acabamos en Uyuni pueblo y alli algunos seguian para La Paz y yo me volvía con los israelitas para San Pedro de Atacama. Siempre da pena decir adios a gente con la que hay química..así que era cierto...nunca se viaja tan acompañada como cuando se va sóla...

1 comentario:

sergicollnin dijo...

Guau Chiqui!! Menudo viaje que has empezado! Te deseo lo mejor en esta aventura tuya. Mucha suerte.
Sergi (Barcelona)